27 noviembre, 2025

La apuesta de Apple por los móviles ultrafinos no está saliendo como se esperaba y como consecuencia, está afectando a buena parte del sector. Tras varios informes que hablan de ventas flojas del iPhone Air y fuertes recortes de producción, ahora sabemos que varios fabricantes Android han decidido pisar el freno con sus propios proyectos de móviles igual de finos.
Lejos de ser un simple tropiezo de Apple, lo que está pasando apunta a un cambio de ciclo: la obsesión por reducir el grosor vuelve a chocar con las verdaderas prioridades de muchos usuarios, como una mayor batería, mejores cámaras y una mejor relación calidad-precio, y no tanto presumir de un grosor similar al de una tarjeta de crédito.

El iPhone Air es el primer gran rediseño del iPhone desde el iPhone X. Estrena un cuerpo de solo 5,6 mm de grosor, materiales premium y un enfoque clarísimo en el diseño. Sin embargo, para llegar ahí Apple ha tenido que hacer concesiones en otros aspectos: batería más pequeña, solo una cámara trasera y un precio que parte de 999 dólares (unos 860 euros al tipo de cambio actual), apenas 100 dólares por debajo del iPhone 17 Pro.
Varios informes de la cadena de suministro apuntan a que Apple ha reducido drásticamente los pedidos del modelo, hasta el punto de desmantelar líneas de producción y retrasar la siguiente generación del iPhone Air, que ahora se espera más tarde y con cambios importantes en batería y cámaras. Es decir, incluso en Cupertino parecen haber entendido que aquí algo no ha terminado de cuadrar.
Según fuentes asiáticas, marcas como Xiaomi, Vivo u Oppo han congelado o cancelado sus propios proyectos de móviles ultrafinos, algunos de ellos concebidos como rivales directos del iPhone Air. La idea era usar eSIM para ahorrar espacio interno y apurar todavía más el grosor, pero ese componente electrónico se estaría redirigiendo ahora a otros productos más convencionales.
En el caso de Xiaomi, se hablaba de un «verdadero modelo Air» diseñado para competir directamente con el iPhone, mientras que Vivo habría apostado por un diseño muy delgado dentro de su gama media S. Si estos planes se quedan en el cajón, no es tanto por falta de capacidad técnica como por la duda sobre si realmente existe un mercado dispuesto a pagar el sobreprecio por estos experimentos.

En Android, el otro gran exponente de esta moda era el Samsung Galaxy S25 Edge, un modelo de gama alta ultrafino pensado para convivir con los Galaxy S25 «normales». También aquí las ventas estarían por debajo de lo esperado y los rumores apuntan a la cancelación del futuro Samsung Galaxy S26 Edge, de nuevo por el mismo motivo: demasiados sacrificios en autonomía y otras prestaciones para justificar el precio de un tope de gama.
Al final, la sensación es que la industria ha chocado con los límites físicos de los móviles tradicionales: si sigues adelgazando, sacrificas batería, sonido, cámaras o disipación térmica. Y los usuarios, que cada vez exprimen más el móvil para jugar, usar IA generativa o grabar vídeo en 4K, no están dispuestos a renunciar a todo eso solo para ganar 1,5 mm menos en el bolsillo.
Para el usuario de Android, este frenazo puede ser incluso una buena noticia. Todo apunta a que los grandes fabricantes van a centrar esfuerzos en mejorar la autonomía, las cámaras y la IA en lugar de perseguir récords de delgadez que luego nadie valora en el uso del día a día. Es más aburrido en la ficha técnica, sí, pero seguramente más útil.
Eso no significa que no vayamos a ver móviles delgados, pero es probable que el concepto tenga más sentido en móviles plegables, donde el dispositivo sea fino cuando está desplegado mejora mucho la ergonomía sin penalizar tanto la batería. Mientras tanto, el mensaje que deja el tropiezo del iPhone Air y del Galaxy S25 Edge es claro: antes que un móvil ultrafino, la mayoría prefiere uno que garantice autonomía suficiente para todo el día.
Y tú, ¿pagarías un extra por un móvil ultrafino aunque signifique peor batería y menos cámaras, o prefieres un diseño algo más grueso pero más completo?
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