Sora desata la tormenta: OpenAI ha tenido que dar marcha atrás

Jesús González

8 octubre, 2025

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OpenAI presentó la semana pasada Sora, su app de vídeo generativo con scroll tipo TikTok, y lo hizo con una decisión polémica: un sistema «opt-out» para los titulares de derechos, que debían solicitar quedar excluidos si no querían ver a sus personajes recreados por la IA. Las reacciones no tardaron. Tras días de clips con franquicias populares y escenas fuera de tono, Sam Altman ha dado marcha atrás y promete más control para los propietarios de contenidos.

Más allá del ruido, el giro revela algo clave: OpenAI no calibró el impacto social del lanzamiento ni la rapidez con la que se dispararía el uso de Sora. La compañía habla ahora de nuevas barreras y de un despliegue que califica como ‘prudente’, mientras destaca la adopción fulgurante y acelera la apertura del acceso al modelo Sora 2 vía API para desarrolladores. El equilibrio entre el crecimiento y la responsabilidad vuelve a estar en una situación delicada.

Qué ha cambiado exactamente en Sora

Sora 2 de OpenAI parece ser un inconveniente para muchos por los derechos de autor

El punto central es que OpenAI ha dejado de aplicar el sistema «opt-ou». OpenAI asegura que trabajará con grandes y pequeños titulares de derechos para que puedan bloquear o permitir el uso de sus personajes y establecer condiciones de uso (por ejemplo, vetar usos políticos u ofensivos). En paralelo, el responsable de Sora ha anunciado controles más granulares para los «cameos»: si subes tu imagen, podrás definir en qué contextos quieres, o no, que aparezca tu avatar.

Otro frente es la marca de agua. La compañía dice estar mejorando su visibilidad en los vídeos descargados, tras las críticas por su tamaño y por lo fácil que parece eliminarla con herramientas de edición comunes. El mensaje es claro: antes de ampliar libertades, OpenAI quiere apuntalar la señalización y la trazabilidad, aunque no ha detallado cómo hará que se cumpla fuera de su app o en la API de Sora 2.

Un lanzamiento acelerado que abre más preguntas

OpenAI sobre los derechos de autor, un problema a futuro

El estreno de Sora ha vuelto a encender el debate sobre la desinformación, las suplantaciones y los límites del ‘fair use’. Si los filtros internos fallan, el incentivo para explotar personajes conocidos es enorme, y los incentivos económicos para la compañía también. Al mismo tiempo, OpenAI insiste en que «aprender en público» es la única forma de ajustar reglas y tecnología con el mundo real, una tesis que choca con quienes piden más garantías antes de abrir la veda.

Tampoco es casual que, en el mismo paquete, la empresa hable de su creciente necesidad de capacidad de procesamiento y su plan de centros de datos con socios como Oracle o SoftBank. Si Sora despega en el móvil y en la API, el coste se dispara y OpenAI necesita volumen para sostenerlo. El riesgo: crecer deprisa sin cerrar flecos críticos de propiedad intelectual y seguridad, y que la corrección llegue, otra vez, después.

¿Cómo afecta esto a creadores y usuarios?

Para los estudios y artistas, el giro es un respiro, pero faltan detalles: quién autoriza, cómo se compensa, qué ocurre con los contenidos ya generados y qué capacidad real tendrán para hacer valer sus vetos. Para los usuarios, más controles de «cameo» y mejor señalización son bienvenidos, pero sin criterios claros y verificables el sistema seguirá siendo fácil de bordear.

A pesar de estos inconvenientes, OpenAI no se detiene en cuanto a novedades, como la alianza de ChatGPT con Spotify, y también con Samsung que sin duda sorprendió a muchos.

¿Crees que OpenAI ha reaccionado a tiempo o llega tarde? Te leemos en los comentarios.

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