El día 0 del Mobile World Congress ya ha pasado. Y estamos con resaca de sobreinformación. Muchas compañías han decidido presentar sus novedades el día antes del pistoletazo de salida del Mobile World Congress y es así como hoy han llegado dos de los terminales que más filtraciones han sufrido a lo largo de los dos últimos meses.

Samsung nos ha presentado sus nuevos terminales pertenecientes a la familia Galaxy S, como son el Samsung Galaxy S6 y el Samsung Galaxy S6 Edge. Horas antes, HTC hacía lo propio anunciando el HTC One M9.

¿Novedades respecto a sus filtraciones? Ninguna. Todo era como lo esperábamos, salvo que se ha hecho ya oficial y que, por fin, podemos tocar de primera mano estos terminales y dejar a un lado las filtraciones de estas semanas.

El HTC One M9 viene con todo lo que esperábamos: mantenimiento de 5 pulgadas en resolución FullHD, procesador Qualcomm Snapdragon 810, una cámara que abandona la tecnología UltraPixel —al menos en su cámara trasera— y una interfaz renovada de su archiconocida capa de personalización, HTC Sense.

Con las especificaciones sobre el papel, es indudable que nos encontramos con un smartphone que derrocha potencial. Pero el problema de esto, es que este alarde de especificaciones, año tras año, está quedando en un segundo plano, y los usuarios —especialmente aquellos que nos dedicamos al medio tecnológico— exigimos algo más que eso. Algo que aporte cierta dosis de novedad y originalidad que nos haga captar realmente nuestra atención.

La mayoría de smartphones de gama alta comparten la mayoría de especificaciones. Evidentemente, cada uno destaca en un aspecto primordial respecto a la competencia, pero la necesidad de innovar en el momento de sacar el nuevo modelo de un buque insignia tiene que añadir algo de valor respecto a su precedente, algo más que un incremento de sus especificaciones, para que ese dispositivo cale hondo y suponga un atractivo mayúsculo tanto para el usuario como para la prensa.

¿No aprende HTC?

Esto es algo que HTC con su nuevo flagship no ha conseguido. La innovación respecto al HTC One M8 son prácticamente nulas. De hecho, podríamos llegar a decir que HTC está sufriendo el síndrome Sony, que también padecía Samsung aunque ha conseguido superarlo con los nuevos Galaxy S6. Este síndrome se caracteriza por seguir una linea continuísta, radicado, principalmente, en su diseño. Las novedades en este sentido entre el HTC One M8 y el recién presentado M9 son prácticamente nulas. No son apreciables —salvo su cámara, y un diseño algo más cuadrado—. No destaca en absolutamente nada, y no ha conseguido solucionar errores tan palpables como el marco inferior con el logotipo de la marca.

Sin duda alguna, el protagonismo de este Mobile World Congress recae totalmente en el Samsung Galaxy S6. Haciendo que el HTC One M9 pase sin pena ni gloria, a pesar de tratarse de un gran terminal, y no suponga un motivo de compra.

¿Cuál es tu opinión al respecto?